Una insólita procesión de la Virgen del Rocío en Cádiz en 1938 por Javier Coronel

Una nueva imagen de la Virgen del Rocío, nombrada como Patrona del barrio de Puerta Tierra (Cádiz), es bendecida en la Parroquia de San Lorenzo situada en el corazón de la Ciudad. No sabemos por qué ocurrió así, aunque suponemos que el hecho de ser bendecida en otra parroquia, debió de ser para dar mayor esplendor y realce al solemne traslado hasta su Iglesia de San José situada a unos dos kilómetros de la Ciudad y dentro ya del popular Barrio.
Acontecía que, por aquella época, había en Cádiz grandes contingentes de soldados acuartelados, en espera de destino. Los cuarteles, al menos en aquel entonces, estaban situados al borde de la carretera que unía la Ciudad con el barrio y, como es natural, aquello era un rebullir de juventud procedente de toda la Andalucía Occidental. Soldados de Huelva, Sevilla y Cádiz había allí hasta rebosar. Llega la procesión a la altura de los cuarteles. La Virgen viene colocada sobre unas andas y rodeada de una gran multitud que la acompaña ordenadamente y enfervorizada. El vestir de la Imagen es el común al de otras Vírgenes de nuestra zona: saya, manto y cubierta con una rica corona; sin ráfagas que, siquiera, le haga parecerse en algo a nuestra Blanca Paloma.
Un grupo de soldados se acerca curioso a presenciar el paso de la Imagen y pregunta uno de ellos a alguien que va en la procesión: «Diga Ud., ¿qué Virgen es esta?». Le responden: «La Virgen del Rocío, Patrona de Puerta Tierra». El que ha hecho la pregunta se queda de piedra; es Germán Escolar, de Almonte: «¿La Virgen del Rocío llevada asir y dirigiéndose a los demás soldados grita: «Almonteños, paisanos, es la Virgen del Rocío, vamos por ella!!». Y allí se armó… ¡la que se tenía que armar! Se apiñaron a su alrededor cientos de brazos que pugnaban por coger las andas… La Virgen se inclina…, se endereza…, avanza…, retrocede… El párroco de San José no sabe qué ocurre, de qué se trata; no comprende aquello ¡Cientos de soldados disputándose el cargar con Ella!, empujando, rivalizando… El buen cura empieza a temblar y a sudar: «¡Que se cae, que se cae!». ¡Pero, qué se va a caer si a esa Virgen la sostienen doce columnas de fe! Un soldado con el gorrillo cuartelero en la mano, lanzó al aire un fandango valiente: Marismeña del Rocío que detrás de Almonte asomas, con tus flores y con tu aroma te llevo en el pecho mío, como a la Blanca Paloma. El padre del que esta croniquilla escribe, temblando de emoción, tuvo que tranquilizar al sacerdote: «No se preocupe Ud., padre, que a la Virgen no le va a ocurrir nada. Esto es un lunes del Rocío o el traslado de nuestra Virgen almonteña ¡Viva la Virgen del Rocío! La Señora se recogió como tenía que recogerse; con mucho tiempo, andando hacia adelante y hacia atrás, meciéndola…, arrullándola hasta dejarla en su sitio.
C. R
Publicado en la revista La Marisma en 1986.

 

Foro del Rocío

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