El Rocío da la bienvenida a los romeros de Huelva

El segundo día de camino de la Hermandad de Huelva despertaba temprano ayer en Bodegones. Las candelas recién apagadas conservaban aún el sabor del rocío de la madrugada y anunciaban a los romeros que el esperado instante estaba más cerca, que la Blanca Paloma les esperaba al final del polvoriento itinerario a través de las doradas arenas de Doñana.
A las diez en punto, cientos de peregrinos se congregaban en torno al Simpecado de Huelva para asistir a la Misa de Romeros. La pólvora se hacía entonces dueña del aire y los cohetes marcaban el compás por sevillanas para despabilar a los más rezagados.

Tras el rezo matutino y un sinfín de vítores que se resistía a acabar pronto, la comitiva onubense iniciaba la marcha. Quedaban aún por delante muchas horas de camino, muchos instantes que compartir a pie, en carreta o a caballo con esos amigos y desconocidos que durante el peregrinaje se convierten en verdaderos hermanos.

Las templadas temperaturas acompañaron a la Hermandad de Huelva en la primera parte del trayecto, ésa que finaliza en la suelta de Gato. La primera parada, en Cabezudos para rezar el Ángelus. Fue a las doce en punto del mediodía, cuando el viento regalaba al olfato perfumes de eucalipto y de pinares de la vereda.

Después… una pisada, y otra y otra, y a seguir los rizados surcos que dejan en las arenas las carretas rocieras. Las plegarias a la Virgen del Rocío se transformaban entonces en coplas templadas con vino, en palmas flamencas al calor de una guitarra, en acordes de puro sentimiento que logran poner la piel de gallina hasta al más pintado.

El camino descubre historias como la de Juan José, que a pesar de estar esperando una prótesis de rodilla y andar con dificultad decidió hacer el camino a pie desde la capital. «Salí de Huelva impulsado por una promesa hecha a la Blanca Paloma; vine solo, pero la buena gente con la que me he encontrado me ha animado a seguir y aquí me encuentro», confesaba exhausto.

Y como esta vivencia, la de otras tantas personas cuya devoción les hace olvidar los males cotidianos. María contaba que «cuando salí de Huelva tenía los pies destrozados, muy malitos, y ahora ni me duelen. Todo esto es obra de la Señora, de la Virgen del Rocío».

Entre trago y cante se hizo el caminar hasta Gato más leve para los rocieros de Huelva. Muchos fueron los que se adelantaron al Simpecado para encontrar un buen lugar a la sombra de los pinos en el que almorzar y reponer fuerzas.

El tamboril anunciaba con su tradicional melodía que se acercaba el Simpecado y los hermanos acudieron a recibirlo. Fue entonces, a las 13.20 horas, cuando la carreta tirada por mulas comenzó a correr jaleada por una concatenación de vivas y oles hasta el lugar indicado. «Huelva, Huelva, Huelva…», gritaban emocionados los presentes.

La sombra se convirtió en refugio del calor del mediodía para miles de personas. Acabó el breve almuerzo y los volantes de fantasía de los trajes de gitana comenzaron a arremolinarse al son de las sevillanas. La primera, la segunda, la tercera y la cuarta… y vuelta a empezar señores, que había que aprovechar el rato para bailar y disfrutar con unos fandangos de Eduardo Garrocho antes de afrontar el último tramo de itinerario.

Y otra vez se topa uno con vivencias en primera persona. Pedro hace el camino a pie desde hace 20 años. Ha vivido de todo: «Nos ha llovido, hemos tenido mucho polvo… en fin, pero siempre caminamos hacia delante y se conoce a mucha gente a la que acabas considerando parte de tu familia».

Descansando en Gato se encontraban también algunos de los peregrinos más conocidos: los toreros Emilio Silvera, Jesús de Fariñas, Miguel Báez «Litri» y el cantaor Arcángel. Silvera contaba que «hago el camino desde hace siete años y lo vivo con emoción». A la Virgen el diestro ha pedido «salud para mis hijos; yo nunca pido para mí».

Arcángel aseguraba por su parte que «el camino con Huelva está hecho para compartir momentos con la gente. Se vive un compañerismo que se echa en falta en la vida diaria». Decía el artista que «la llegada de Huelva a la aldea es descomunal, no hay nada comparable a eso y lo vive uno con mucha emoción, porque ves la cara de tus compañeros derrotados y nos animamos para dar el último pasito que nos acerque a Ella».

La instantánea de Miguel Báez «Litri» junto al Simpecado de Huelva es una de las más señeras de la romería. Narraba su experiencia Litri diciendo que «vivo el Rocío como uno más y lo disfruto mucho cada año con la familia y los amigos. La primera vez que hice el camino andando tenía 14 años y me gusta ir a paso de rueda». Sin embargo, al llegar al charco después de la salida de Gato, sufrió una lesión en un pie al ser atropellado accidentalmente por una de las ruedas de la carreta y tuvo que ser trasladado a la aldea por la Benemérita.

Volvían a sonar los cohetes anunciando la salida de Gato cuando el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, se incorporaba a la comitiva. «Hoy voy más cansado que otros años, pero más contento por el calor que me dan los onubenses». «He venido toda mi vida al Rocío, donde me uno a miles de personas de Huelva. Tengo muchas vivencias que no se pueden contar con palabras». Rodríguez da gracias a la Virgen «por lo bien que se ha portado con mi nieta, a la que han operado a corazón abierto con sólo dos años, y le pediré por toda la gente que lo necesita y por las ilusiones que uno tiene».

Antes de cruzar el arroyo de la Calzada, más conocido como «el charco», los peregrinos volvieron a esperar al Simpecado. Entretanto se produjeron los tradicionales bautizos rocieros. A las 18 horas un sentido aplauso recibía la carreta y sonaba una hermosa sevillana en las voces de Manguara.

El tambor marcaba el ritmo de los últimos metros de la vereda, animando a los cansados romeros. Dice el alcalde de Huelva que «se vive una explosión de júbilo que justifica eso que se dice: que cuando llega Huelva a la aldea, empieza al Rocío».

Y la aldea almonteña acogía con los brazos abiertos a los peregrinos a las 21.20 horas cuando Garrocho regalaba fandangos a la marisma. El hermano mayor de la Hermandad de Huelva, Francisco Acevedo, acompañado por el teniente coronel de la Guardia Civil en Huelva, José Antonio Hurtado, encabezaba a la muchedumbre congregada en torno al Simpecado. Saludaron los rocieros a la aldea con la sevillana «Blanca y azul» cantada al unísono, enormes como su devoción a la Señora. De nuevo palmas, de nuevo los vellos de punta al grito de «Huelva, Huelva, Huelva», la emoción en los exhaustos rostros de los romeros onubenses.

Hoy el obispo de Huelva, José Vilaplana, presidirá la tradicional presentación de las hermandades ante la Reina de las Marismas, algo sin precedentes en la historia de esta romería almonteña, tan onubense como universal.

Foro del Rocío

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