Asunto : Re: que bobada!! - los orígenes
Publicado por : Claudio el 06 de Marzo, del 2001 .
En contestación a : que bobada!!. Publicado por juan el 03 de Marzo, del 2001 .
Mensaje : Estás mirando, Juan, el Rocío, desde un punto de vista excesivamente frívolo y superficial. Y en el Rocío hay de eso, pero debajo de eso - de gente que va solo de juerga (¡que puedes esperar en una concentración de un millón y medio de personas!) - hay raíces muy profundas. Mucho más profundas que el cristianismo o que la Iglesia Católica. Tan viejas que puedes encontrar en relatos sobre mitología, celebraciones de los griegos en Eleusis (las grandes o pequeñas eleusinas) y después de los romanos, relacionadas con el rapto de Perséfone tan parecidas al camino y al salto de la reja como se llevan a cabo actualmente en el Rocío, que resultan escalofriantes. Particularmente porque esos ritos fueron prohibidos en Roma en el año 381 D.C.
Te pego más abajo un párrafo del libro “Ahora hablaré de mí” de Antonio Gala, del capítulo “El Rocío y yo”. Igual puedes quedarte en la superficie y juzgar desde ella a los demás, o descubrir que en el Rocío, los andaluces le agradecemos a la Blanca Paloma, como antaño a la Diosa de la Fertilidad de Tartesos, la eterna victoria de la vida sobre la muerte. La llegada puntual de la primavera siempre vencedora del invierno.
Y perdonad todos lo largo de mi intervención.
Claudio

«... De eso y de lo demás tiene mucho el Rocío. Y alguna otra cosa por añadidura, que en él está muy clara. Pero, por si no lo está lo suficiente, yo diré: primero que ningún fenómeno sociológico es simple; segundo, que el Rocío es, de antemano, un fenómeno sociológico de sincretismo como la copa de un pino (de un pino del Rocío, claro); tercero, que lo cultural, lo folclórico y lo pagano son conceptos esenciales en él; cuarto, que lo pagano no es lo irreligioso (identificar religión y catolicismo es una deformación profesional de los obispos.) El Rocío – como todo lo humano, y el hombre también – es una embriagante mezcla de sagrado y sacrílego, de carnalidad y espiritualidad, de la penitencia del camino y el desmadre de la llegada. El viaje – igual que cualquier viaje, el de la droga incluido – es una forma de ascesis. Y el Rocío – así el paraíso para Blake – no es un lugar geográfico, sino un estado de percepción. Quien no la logre, da igual que esté allí físicamente: regresará sin haber bebido: triste cosa.
«Pero ¿no es la iglesia quien inventó el asunto?» El asunto estuvo siempre allí, sobre lo sagrado de las marismas, ese lugar ambiguo entre el mar y la tierra. Estaba ya con los tartesos y con los iberos, como la cara oculta de la luna creciente. La Virgen es sólo un dato más: la personificación de la diosa renaciente, disputada como las hijas de los hombres; pastora y reina intocable, salvo para su tribu adoradora: los almonteños. Es el mito y el símbolo a la vez, el centro de los misterios, donde se funden los azares dionisíacos, oscuros y femeninos de la naturaleza recobrada. La Virgen se erige para sancionar que todo – comer, beber, jugar, copular, danzar, gritar – es manifestación de lo divino; que todo lo natural es sobrenatural y ha de realizarse con espíritu lúdico. Ella representa lo que los ritos mágicos perseguían al principio del hombre: la evitación del mal, cuando el mal no era un problema abstracto, sino tangible: desastres, enfermedades, pérdida de cosechas o de caza, derrotas en combate... Orgía significa culto secreto (por eso hablaba de iniciados, conscientes o inconscientes) en que se liberan la espontaneidad y la sexualidad. Y por el cante y el baile y el gesto y el ritmo reiterados se logra la catarsis del pueblo, lo mismo que se logró hace milenios. La virgen en las culturas ginolátricas – ¿y qué es la hiperdulía de la virgen? – antes del judaísmo y del cristianismo y del islamismo, era la diosa o la sacerdotisa que transmitía el misterio de la existencia a través de su cuerpo; era la mujer que se pertenecía a sí misma, no a un hombre. Tal palabra no tenía que ver con la castidad: Afrodita, por ejemplo, era virgen... La Virgen del Rocío es la diosa de Andalucía más que ninguna otra advocación; la paloma de Pentecostés, antes asexuada, y ahora femenina y blanca. La diosa blanca. La Blanca Paloma. El Rocío es, al tiempo, devoción honda y trasgresión, revuelta contra lo rutinario, sublevación frente a la norma, desmelenamiento ante una sociedad – la Iglesia dentro – ortopédica y falsa. En el Rocío concurren las más viejas culturas, porque en él late el corazón autentico del hombre....»
Antonio Gala
“Ahora hablaré de mí”
ISBN 84-08-03497-9