Él no era rociero, no cantaba sevillanas ni plegarias a Nuestra Señora, pero sabía escuchar y respetar cuando yo le hablaba de Ella.
Antonio tenía su mundo y este no era otro que su carnaval de Cádiz, su coro rociero era su comparsa, sus rocieros eran sus comparsistas, su Santuario es su teatro Falla, su Madre eso sí, es la Nuestra pero bajo la advocación de Nuestra Señora de los Dolores con su hijo Nuestro Señor Nazareno.
Sé que me podeis decir que aqui no entra el tema de carnaval, lo entiendo pero es la vida de Antonio y estoy seguro de que ahora le estará cantando algún que otro pasodoble a la Señora punteando como solo Él sabía hacer.
Tio Antonio, te fuistes demasiado joven y creo que no es justo ya que te quedaban muchas cosas que hacer por aquí, solo te pido que te des una vueltecita por las marismas Eternas, que conozcas a tantos buenos rocieros que en ellas habitan, que le pidas a Nuestra Madre por nosotros y... estoy seguro que cuando los conozcas a todos, te daras cuenta de que todo lo que te conté del Rocío es verdad, y sé que desde hoy Tú también serás uno de esos tan buenos rocieros pero eso sí, seguiras cantando al ritmo del tres por cuatro esos peasos de pasodobles que escribistes y nos dejastes.
No dejes de tocar, el escenario del cielo es tuyo.
Te quiero.
